Quienes me conocen saben lo pesada que puedo llegar a ser cuando me topo con una buena historia. A veces me siento como el buscador de oro que por fin encuentra la primera pepita. Y empiezo a darle vueltas a lo que podría hacer con ese hallazgo e imagino, en mi cabeza, grandes proyectos: un documental, una serie, un podcast, un programa de televisión, un libro. Me enamoro de la historia y ésta navega dentro de mí y comienza a coger forma mientras imagino los escenarios y los personajes y empiezo a viajar con ellos en el tiempo, a investigarlos, a conocerlos, a entenderlos y hasta a sentir cariño hacia ellos.
Algunas de esas historias han acabado siendo reportajes de televisión y otras forman parte de mi Podcast Plano Corto, pero muchas de ellas han terminado en el saco oscuro de mi memoria. Olvidadas. Quizás porque no eran tan buenas como yo pensaba, porque con el tiempo la ilusión por el hallazgo se desvanece y porque el ritmo del periodismo diario me deja poco tiempo para proyectos de larga duración.
Pero con El Guerrillero, ha sido diferente. Desde el día que conocí el pasado de Víctor Díaz Caro supe que esta vez tenía que perseverar y que el proyecto debía salir adelante. No había excusas. Y tuve suerte. Víctor accedió a narrar su vida en un arranque de generosidad y de ganas por sacar de dentro una historia con la que llevaba cargando tanto tiempo. Y empezamos a grabar este podcast.
Esto ocurrió en enero del 2021. Es decir, hace más de tres años que me topé con El Guerrillero. En realidad, me había topado un año antes, pero yo no lo sabía. Llevaba tiempo trabajando a su lado, era uno de los dos cámaras de la corresponsalía de TVE, pero yo no conocía nada sobre su pasado, sobre la fascinante historia que Víctor ocultaba tras el disfraz de un hombre tranquilo con una existencia común y corriente.
En esos días llegó la pandemia y nos arrancó a todos muchos planes de cuajo. También a mí. Pero me obligué a mantener viva la llama de Víctor y lo hice leyendo libros que me ayudaron a entender su vida, su pasado y lo que ocurrió en Chile en los tiempos en los que él fue El Guerrillero. Ya por entonces contacté con Fran y con Espi, mis dos compañeros de este viaje. Creyeron desde el principio en esta historia y me alentaron de tal forma que sabía que solo con ellos El Guerrillero podía salir adelante.
Por aquel entonces dejé de vivir en París, donde había conocido a Víctor y donde grabé su relato, y volví a Nueva York de corresponsal. Desde allí planeé en dos ocasiones viajar a Chile pero las restricciones por el COVID me lo impidieron. Parecía que, otra vez, surgían obstáculos que frenaban el proyecto.
Finalmente, el verano pasado pude hacer ese viaje y visité la casa familiar de Víctor, en Santiago, entrevisté a sus hermanas, a familiares de desaparecidos, a víctimas de la represión de la dictadura militar y logré localizar a uno de los principales testigos de las torturas y asesinatos de Pinochet: Jorgelino Vergara, el Mocito. Su testimonio lo recordaré toda la vida como uno de los más escalofriantes que he escuchado jamás. En esos días, también, recorrí, impresionada, las salas del Museo de la Memoria, hablé con periodistas y con gente de la calle, necesitaba entender, escuchar, empaparme y poner en contexto la vida de Víctor.
El resultado de todo esto es el podcast que tienes aquí. Ocho episodios que explican la etapa más triste y oscura de la historia reciente de Chile a través de la vida de un hombre sin miedo, comprometido con su país y con sus ideas, que para algunos será un traidor y para otros un gran héroe. Solo te pido que lo escuches y que juzgues tú mismo.