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Javier Rebolledo: «Estamos en el Simón Bolívar 8800, en la Comuna de la Reina, que es donde funcionó hace bastantes años el cuartel de la DINA Simón Bolívar.”
Jorgelino: “Bueno, de día y de noche torturaban igual. Nadie se preocupaba de que yo escuchara o viera nada.”
Almudena: “Y al Chino qué le hacían, ¿se ensañaban especialmente con él? Porque era, claro, fue un alto dirigente…»
Jorgelino: «Sí, el Chino por ejemplo siempre fue… No tan golpeado, sino más corrientes, aparrillado.”
Víctor: “Porque a mi padre lo van manteniendo con vida. Lo mantenían como una forma de… de canje.”
Jorgelino: “En lo único que yo, a mí, me dijeron, cuando murió Chinito, Víctor Díaz, yo estaba… Había dos infantes de marina en el calabozo. Y… eh… Eliminándole. Yo no tenía idea.”
Jorgelino: “De ahí me hacen tirarlo al portamaletas del auto, y yo ahí me voy al pabellón de solteros, y me encerré en el baño, y obvio me puse a llorar. Porque habían matado al Chinito Díaz, que se parecía a mi padre.”
Vicky: «Pero en ese proceso, el ir conociendo la verdad, es que lo yo te digo, no fue llegar y sentarse y que te lo cuenten, o que tú lo puedes leer. Yo pedí ayuda. Yo no era capaz de escuchar ese relato. No era capaz. No. Porque… Es imposible. Es tu padre.”
EL GUERRILLERO, UN PODCAST DE ALMUDENA ARIZA Y YES WE CAST.
EPISODIO 8: CINCUENTA AÑOS DESPUÉS
¿Recordáis el caso de Marta Ugarte, la dirigente comunista desaparecida que fue encontrada muerta en la playa de la Ballena en 1976?
Víctor: “No tiene uñas, le han quebrado las piernas, los brazos, mutiladas… Es terrible. Hasta ahí dices ‘estos están asesinando, ¿pero cómo?’
La prensa de la época dijo entonces que la muerte de Marta Ugarte había sido un “crimen pasional”. Todo formaba parte de un montaje del régimen. Lo que nadie imaginaba es que esa muerte acabaría dando las primeras pistas sobre los métodos de torturas y asesinatos de la dictadura de Pinochet.
Víctor: “Con los años se sabe que ellos practicaban lo mismo que las fuerzas represoras de Argentina, los vuelos de la muerte. Es decir, se copiaban. A la gente, una vez que la asesinaban, la ensacaban con sacos de patatas y les metían un riel, un pedazo de riel. Cincuenta, sesenta kilos, y los amarraban con alambre y los tiraban al mar.”
Un sistema eficazmente secreto hasta que algo falló en el caso de Marta Ugarte.
Víctor: “Ella, le inyectaban cianuro en las venas, una forma de adormecerlos, de matarlos. Y ocurrió que cuando la llevaban en el helicóptero, para tirarla al mar, ellos pensaban que estaba muerta. Ella recobró conocimiento. Y uno de los tipos no halló la mejor cosa que le quitó uno de los alambres y con el alambre la terminó, la ahorcó. Pero ese alambre que le quitó, que le dejó en el cuello, hizo que cuando cayó al mar, el riel se soltara. Entonces su cuerpo aparece luego en la playa. Pero eso se sabe con los años, que ese era el sistema que ellos utilizaron.”
La llegada de la democracia a Chile en 1990 abre un lento proceso de investigación de las torturas y asesinatos durante la dictadura de Pinochet. El nuevo presidente, Patricio Aylwin, crea la llamada Comisión Nacional de la Verdad y la Reconciliación.
Patricio Aylwin: “En mi calidad de Presidente de la República asumí la representación de la nación entera para en su nombre pedir perdón a los familiares de las víctimas. Por eso también pido solemnemente a las Fuerzas Armadas y de Orden, y a todos los que hayan tenido participación en los excesos cometidos que hagan gestos de reconocimiento del dolor causado y colaboren para aminorarlo.”
Pero en realidad, el nuevo presidente no rompe del todo con la dictadura. Y mantiene a Pinochet como Comandante en Jefe del Ejército ocho años más. Lo que implicaba blindarle ante la justicia. Los militares estaban protegidos por una Ley de Amnistía que promulgó la dictadura. No tenían que rendir cuentas por violaciones de derechos humanos. Pinochet deja el Ejército el 10 de Marzo de 1998 para convertirse en senador vitalicio al día siguiente. Lo que le permitía seguir gozando de inmunidad ante la justicia.
Pero esto cambia en octubre de ese mismo año.
Durante un viaje a Londres, por motivos médicos, Pinochet es detenido. Hay una orden internacional emitida por el juez español Baltazar Garzón. Le acusa de los delitos de genocidio, terrorismo y torturas. El caso pasa de ser una cuestión chilena a convertirse en un acontecimiento de alcance mundial.
Radio: “Desde Londres, Natalie Marinavich y Javier Celaya, con el resumen de noticias de la BBC.” “El General Augusto Pinochet no goza de inmunidad soberana y sí puede ser sometido a un proceso de extradición. Así lo determinaron, hace pocos minutos, los siete jueces lores en Gran Bretaña. Establecieron, sin embargo, que el ex mandatario de facto chileno no puede ser extraditado por actos cometidos antes de 1988, año en que Gran Bretaña incorporó la convención contra la tortura.”
Pinochet llegó a estar detenido en el Reino Unido 503 días. Y volvió a Chile, donde logró que se desestimará la mayor parte de las acusaciones que pesaban sobre él. Murió en el 2006, a los 91 años. Pero eso no impidió que se siguiera investigando.
Pero las investigaciones avanzaban muy lentamente. Y no es hasta el año 2007, 17 años después del fin de la dictadura, cuando el testimonio de Jorgelino Vergara, el Mocito, resulta clave para el esclarecimiento de decenas de asesinatos.
Jorgelino: “Cuando llegaron la PDI de Derechos Humanos, les costó localizarme, por el tema de mi nombre. Porque ellos me tenían identificado como Jorge Vergara Bravo, mi nombre es Jorgelino. Me esperaron, cuando yo llego frente a ellos me dice el inspector Pérez ‘¿Don Jorgelino Vergara Bravo?’. Sí señor, con él. Mire, somos de la PDI, de Derechos Humanos, queremos tomarle una declaración. Qué bueno, porque yo les estoy esperando desde muchos años. Y se quedaron mirando extrañamente. Estuve toda una noche declarando. Cuando me dicen ‘a usted se le acusa de haber dado muerte a Víctor Manuel Díaz López, alias el Chinito’. Y que usted es el único que debe saber dónde están los restos de ese detenido desaparecido. Ya les dije ‘mire, yo no fui, pero ustedes quieren saber quiénes lo mataron, dónde lo mataron, cómo lo mataron, y dónde están los restos, sí, yo les voy a informar detalladamente de todo esto.”
Las declaraciones de Jorgelino Vergara abren el llamado Caso Conferencia. Conocido así porque era el nombre de la calle donde la DINA secuestró a decenas de dirigentes comunistas en 1976. Comienza un proceso judicial de años que permite condenar a los culpables y a la vez, reconstruir lo que ocurrió con muchos de los desaparecidos.
Así, se supo que a Víctor “El Chino” Díaz, la DINA lo mantuvo ocho meses con vida, desde su detención. Primero, en el cuartel de Villa Grimaldi, en el este de Santiago, donde coincidió con Marta Ugarte, acordaos, la mujer que apareció muerta en una playa.
Después, le llevaron al cuartel Simón Bolívar, el centro de exterminio, donde coincidió con Jorgelino y con otros detenidos. Entre ellos, Juan Fernando Ortiz Letelier, profesor universitario y miembro del comité central del Partido Comunista, desaparecido en Diciembre de 1976.
María Luisa Ortiz: “Cuando mi papá llega, lo toman, el 15 de diciembre, como al atardecer, y lo llevan inmediatamente al cuartel Simón Bolívar, y ahí ya estaba Víctor Díaz.”
María Luisa Ortiz Rojas es jefa de Investigación del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Chile, e hija de Juan Fernando Ortiz.
María Luisa Ortiz: “Siempre hemos pensado lo tremendo que debe haber sido encontrar a Víctor, verse los dos ahí en esas circunstancias. Debe haber sido muy fuerte para ambos. Ahí lo llevan y bueno, todo el grupo que cayó ahí, al menos los que sabemos, y entre ellos Reinalda Pereira, que era la única mujer. Tenía 27 años, estaba embarazada y sufrió torturas atroces.”
Jorgelino: “Reinalda Pereira. Ella trabajaba en el Hospital Sotero del Río, pertenecía al área de salud. Se jactaban al torturarla, porque simulaban matarla, le ponían la pistola en la cabeza. Pasaban balas, pero sin munición en la pistola. Y disparaban. Le pegaban con una sartén, la golpeaban en la cabeza, era terrible, fue terrible. Y ella era la que le pedía que por favor la mataran, porque con sus meses de embarazo su hijito no iba a nacer, no iba a nacer bien. Total, que al final se les fue, se fue. Y se le notaba su guatita, porque yo la vi al día siguiente, la tiraron al gimnasio desnuda. Y yo la vi, y la vi que su guatita se le notaba.”
La guatita es la barriga de embarazada.
Jorgelino: “Y ahí después fueron otro grupo, los empaquetadores. Y yo veía cuando los empaquetaban, los envolvían, los amarraban y todo.”
La misma muerte que sufrió Juan Fernando Ortiz Letelier.
Almudena: “Porque a tu padre fue a palos directamente, ¿no? Porque había otro tipo de métodos, las descargas y tal…”
María Luisa Ortiz: “Yo siempre digo, es duro decirlo, a mí… No soy una persona que no sea sensible. Puedo ser muy, me conmueve mucho, pero creo que es necesario decirlo.”
Decirlo para no olvidar. Contarlo para que se haga justicia. Y para saber qué fue de tantos desaparecidos.
Cincuenta años después del golpe militar, Chile es hoy un país con miles de heridas abiertas y silencios cerrados.
Uno de ellos se desplegó ante mí sin previo aviso, durante mi reciente estancia en Santiago.
Almudena: “¿Cómo se llama?”
Eduardo: “Eduardo Hernández.»
Almudena: “Eduardo Hernández, y le he conocido aquí en un taxi” (Risa).”
Eduardo es un taxista al que, durante un trayecto en su coche, le conté por qué estaba visitando su ciudad. Yo no le conocía de nada y pese a ello acabó confesándome el mayor secreto de su vida.
Eduardo: “A mí me confundieron por otra persona, y me llevaron a… En ese tiempo se llamaba Policía de Investigaciones, aquí en General MacKenna con Teatinos, y… Llevaron a varios amigos más. Y me confundieron con otra persona. No sé, a lo mejor, en la cara me confundieron, pero ahí me tuvieron quince días. Quince días torturando la Policía de Investigaciones, día y noche, día y noche…”
Almudena: “¿Cómo recuerda aquellos días?”
Eduardo: “No, horribles, horribles, porque yo cuánto quisiera más estar estudiando. Estaba estudiando y… Y te deja marcado para toda la vida, te deja marcado. Cuando uno está durmiendo, uno se acuerda de todo eso. Y lo único que quieres es quedarte dormido, rápido, rápido, rápido. Pero entonces uno se queda dormido y sueña con eso. Sueña. Y vas a soñar toda la vida, vas a soñar toda la vida. Es una cosa que nunca se te va a borrar. Oye, este tema yo nunca lo había hablado con nadie. Ni con mi hija.”
Almudena: “¿En serio que es la primera vez que lo cuenta?”
Eduardo: «Yo, primera vez que lo cuento, yo nunca lo había contado.”
El propio Jorgelino Vargas tardó treinta años en hablar, en contar lo que sabía. Sobre todo, por miedo. Según asegura, no quería correr la misma suerte que sus dos hermanos. Murieron asesinados, dice él. Fueron atropellados después de haber trabajado en ocupaciones similares a la suya y denunciar lo que habían visto.
Almudena: “No has dejado de recibir amenazas desde entonces, claro.”
Jorgelino: “Al principio sí. Pero después no, no he recibido amenazas. Pero por naturaleza, ando siempre atento a toda la jugada. Y de hecho tengo que andar armado.”
Almudena: “¿Ahora llevas arma?”
Jorgelino: “Obvio, sí.”
Almudena: “Yo no te la había visto.”
Jorgelino: “No, es que está en el banano (risas)”
Almudena: “¿Y qué arma llevas?”
Jorgelino: “Una Beretta 9mm.”
Jorgelino aún teme posibles venganzas por haber destapado las atrocidades de los hombres de Pinochet. Su testimonio fue un hito en la historia de Chile y permitió procesar a 74 militares y ex agentes de la DINA. Entre ellos, a algunos de los más crueles torturadores de la dictadura, que fueron condenados y encarcelados.
Jorgelino: “Osvaldo Pincetti”.
El “Doctor Tormento”, fue condenado a 10 años de cárcel por la muerte de Juan Alegría Mundaca. Murió un mes después de su entrada en prisión. No llegó a ser juzgado por sus actos en el Cuartel Simón Bolívar.
Jorgelino: “Y había una enfermera, que era la teniente Calderón…”
Gladys Calderón, “El ángel del cianuro”, recibió una pena de 12 años por el homicidio del Chino Díaz, y 5 años y un día por su secuestro, la misma condena que fue impuesta a Sergio Escalona.
Jorgelino: “El Elefante… El Chancho Daza….”
Bernardo “El Chancho” Daza falleció en 2016. Juvenal Piña, El Elefante, recibió una pena de 15 años como autor de secuestros calificados.
Jorgelino: “Michael Townley.”
Michael Townley, el agente estadounidense de la DINA, fue extraditado a Estados Unidos, juzgado y condenado, pero quedó libre a los 5 años. Vive en ese país, con nueva identidad tras haber llegado a un acuerdo a cambio de información.
Jorgelino: “Yo le digo el Mamo, él se llama Manuel, Manuel, y yo le digo el Mamo…”
El general Manuel Contreras, el que fuera director de la DINA. Fue condenado a cadena perpetua y más de 500 años de cárcel. Tras ser condenado culpó a Pinochet y le exigió que reconociera su responsabilidad en los crímenes. Pero el dictador, aunque estuvo detenido en Londres, nunca llegó a ser juzgado.
Cincuenta años después, Chile, es también un país de silencio interesado.
Almudena: “Y hay una cosa que me pregunto y que no sé cómo llevas tú… El hecho de que a veces uno tiene la sensación de que Chile, o muchos chilenos, se han olvidado de esto. O quieren olvidarse, un poco por mirar hacia otro lado. Decir ‘bueno, eso ya forma parte del pasado, dónde va ahora este periodista sacando este tipo de historias…’ Como yo te he dicho antes, testimonios que yo he escuchado estos días aquí. ‘Bueno, en todas partes se ha torturado, la dictadura fue un mal necesario…’ ¿Cómo te sientes tú con todo esto que has visto y has escuchado y…?»
Javier Rebolledo: «Normalmente es el… Por un lado puede ser el testimonio de la ignorancia o la indolencia, o de la gente que hace el mal por omisión.”
Javier Rebolledo, recordad, es periodista y escritor y ha investigado durante años los crímenes del régimen militar.
Javier Rebolledo: “Que no es directamente el torturador, el que hace el mal. Sino que es el que permite, o el que mira hacia un lado, y que deja que el mal exista porque te causa un bien a ti particular. “
Rodolfo Ibarra: “Yo no encuentro la justificación, de hecho…”
Rodolfo Ibarra es investigador del Museo de la Memoria de Chile.
Rodolfo Ibarra: “Demuestra la ignorancia con que trabajó la dictadura. Porque van de la mano. Deje la cantidad mínima de huellas como para poder que la gente tenga noción de lo que pasa.”
Cada uno escogió su camino para combatir las detenciones, las desapariciones, las torturas y los asesinatos. Jorgelino decidió contar la información que tenía.
Almudena: “¿Y te arrepientes de algo?”
Jorgelino: «Eh, mira, de lo que me podría arrepentir y no puedo hacerlo es de haber estado involucrado dentro de esos aparatos. Debería haberme arrepentido, ¿con qué finalidad, si no podía salir de ahí?”
María Luisa Ortiz: “Yo pienso que el Mocito entregó información importante, entregó otros nombres, sobre todo, que permitió ir abriendo más declaraciones respecto a un lugar que no conocíamos. Y entregó, sí, entregó información importante. ¿Qué puede ocurrir? Que hay zonas oscuras, cosas de las que no habla o no se acuerda y quizá podría haber aportado mucho más.”
Javier Rebolledo: “Él decía que habían unos espíritus que se le aparecían. Unos fantasmas. Y que le venían a buscar. Eso contrastaba mucho con la imagen del Jorgelino que yo entrevistaba, yo no tenía ninguna culpa, yo soy una víctima… Entonces parecía haber una especie de conciencia interior dentro de él que lo atacaba de vez en cuando, porque yo no creo en los fantasmas. Entonces pienso que lo que él veía, en el fondo, era un reflejo de su propia conciencia. Cuando trabaja como rondín, por ejemplo, como guardia en los campos, me decía de pronto de una silueta de un árbol veo que aparece Reinalda Pereira. Y le dijo ‘yo hice todo lo que pude, no puedo hacer más por ti, déjame tranquilo.’. Y al mismo tiempo Jorgelino me decía ‘yo sé que nunca me van a dejar tranquilo’. Lo cual es también bastante decidor respecto del grado de conciencia que él tiene que las cosas en las que participó, de alguna forma, le generan un grado de culpa. No es totalmente inocente.”
Almudena: “Después de saber el destino de tu padre, supongo que… ¿Te has arrepentido de algo, o al contrario, te has reafirmado en lo que has estado haciendo?”
Víctor: “Es decir, no sólo yo, sino todos los que estuvimos enfrentando a la dictadura con las armas en la mano, yo creo que hubiese sido otra la forma de enfrentarnos con ellos.”
Almudena: “¿Cuál?”
Víctor: “Es decir, donde hicimos el atentado quedaron muchos heridos de ellos, muchos que estaban en el borde del precipicio, se les podía haber rematado a todos ellos. Se le podía haber rematado, sin ninguna duda.”
Tarzán: “Yo no sé qué hubiera pasado ese día si hubiéramos tenido conocimiento de los detalles que entregó el Mocito. Cómo le decimos a Víctor que no remate heridos, por ejemplo, por hablar en claro. Así, en dinero. Al ser ese terror y ese dolor un poco genérico, o abstracto, o si me quedo sin los detalles, se podía controlar. Pero es insoportable conocer eso, es insoportable que tu sepas que un militar que se llama Juvenal Piña, a un hombre esposado de 64 años, que era el padre de Víctor, lo asfixió con una bolsa de plástico, y que una enfermera que se llama pam pam, le inyectó cianuro, y que fulano vino con un soplete…”
Víctor: “Si yo llego… hubiésemos sabido, hubiésemos tenido… hubiésemos actuado quizá de otra forma. Un poco más despiadados. Seguro. Por lo menos en mi caso sí.”
Cincuenta años después, Chile sigue siendo un país desangrado por las heridas abiertas.
Rodolfo Ibarra:“Hablamos de 34 mil, 35 mil aproximados, de prisión política y tortura. Y hablamos de 3219 personas que sufrieron vulneración grave de Derechos Humanos que son la muerte, a través de detenidos, desaparecidos y ejecutados políticos. Y hablamos de una cantidad de exiliados que rondaba… Cerca de 200.000, hablaban.”
Almudena: “Y… ¿de cuántas personas, ahora mismo, o sea, desaparecidos, no se sabe nada?»
Rodolfo: «Uf, no te podría decir una cifra, tendría que manejarla mejor, suponte… Hemos avanzado muy poco, muy poco. Cerca de… Diez, quince por ciento, creo.”
El propio Rodolfo nos ha concretado los datos posteriormente: Según la Nómina de Víctimas de Desaparición Forzada, hablamos de 1469 personas. 377 de ellas fueron ejecutadas y no existe información sobre el paradero de sus cuerpos. El resto, 1092, continúan desaparecidas sin saber qué fue de ellas.
María Luisa Ortiz y su familia siguen buscando los restos de su padre, de Juan Fernando Ortiz Letelier. Sólo conservan seis fragmentos óseos a los que dar entierro. Otros, aunque parezca mentira, han corrido peor suerte. La familia del “Chino Díaz” ni siquiera tiene eso.
Vicky: “Eso, también estamos luchando contra el olvido. Porque aquí a veces decimos ‘si no hubieran sido los familiares, por la lucha persistente, quizá no se estaría hablando todavía’. Porque eso es, contra el olvido. Es una tendencia tan humana, olvidar lo malo, olvidar lo terrible. Pero esto es algo no resuelto, pues. La única manera de sanar como país es que de una vez por todas se hable, se encuentre a los desaparecidos.”
Hablar ayuda. A mantener viva la búsqueda. A sanar esas heridas abiertas. A entender el dolor. Y a encontrar respuestas. Y esto es lo que pretendemos con este podcast, con este relato. Hablar. Escuchar. Entender.
Y hemos conseguido algo más.
Almudena: “¿Cómo estás?”
Jorgelino (por teléfono): “Bien, bien, acá estoy.”
Almudena: «Te llamo por lo siguiente, estoy con las dos hermanas de Víctor, con las dos hijas del Chino Díaz…”
Que Vicky encuentre respuestas. Hablando… con el propio Jorgelino.
Vicky: “Un 11 de septiembre, a mí me… Estando yo con mi pancarta, un 11 de septiembre, en Alameda con Amunátegui. Aprontándome a salir para el cementerio donde está el memorial, donde están todos los ejecutados y detenidos desaparecidos, ese día, durante la mañana, estaba yo con mi pancarta en medio de otras muchas compañeras. Y se me acerca a mí alguien. Se me acercó alguien, y me dijo que mi padre había quedado enterrado en un claro de un bosque de Melipilla, y que mi padre había…»
Jorgelino (por teléfono): «No, no, mentira, mentira, mentira. Esa persona te mintió, Victoria. Porque tu padre fue lanzado al mar junto con Reinalda Pereira. ¿Me entiendes?”
Almudena: “Jorgelino, ella piensa que… se preguntaba si tú fuiste esa persona.”
Jorgelino: “No, no, no. Todos los cadáveres que salían del cuartel Lautaro, donde estaba yo, que tu padre, que yo le quise mucho, yo tengo un cariño especial porque se parecía a mi padre. Vi cuando, lamentablemente, yo sé que va a ser muy doloroso para ti esto, como lo fue para mí en el momento, cuando le amarraron el trozo de riel al padre y lo empaquetaron y se lo llevaron a la… y se lo llevaron en un helicóptero puma y lo tiraron al mar.”
Vicky: “Bueno, ya”
Jorgelino (por teléfono): “Escúchame, escúchame. Mi nombre es Jorgelino Vergara. Pídele mi número a Almudena…”
Vicky: “Mire, yo le voy a ser muy sincera, le voy a ser muy sincera. Yo valoro lo que usted ha hecho. Valoro porque se arriesgó y habló, y lo valoro. Pero le digo sinceramente que no voy a poder. Es demasiado fuerte para mí. Quiero que me lo entienda. No voy a poder llamarlo, nada de eso porque es demasiado… Usted no se puede imaginar lo que significa. Eso le puedo decir. Eso le digo.»
Jorgelino (por teléfono): «Pero escúcheme un segundo. Cómo no le voy a entender lo que Usted siente si a mí me mataron dos hermanos adentro…”
Hablar para compartir el dolor. Para tender puentes. Para seguir adelante.
Almudena: “Jorgelino, muchas gracias.”
Jorgelino (por teléfono): «Estamos al habla, bendiciones.”
Almudena: «Cuídate mucho. Adiós.»
Jorgelino (por teléfono): «Chao chao.”
En todo este podcast hay una voz ausente. La de Viviana Díaz Caro. Premio Nacional de Derechos Humanos 2011, y uno de los rostros más destacados y reconocidos en la lucha pacífica contra los crímenes de la dictadura de Pinochet. No ha participado en el relato debido a su estado de salud, pero sigue apoyando a su hermana Victoria, a su hermano Víctor, a su familia, en momentos como este.
Viviana: “Yo creo que fue importante conversar con él.”
Vicky: “Es terrible, es terrible.”
Viviana: «Yo sé que para ti es terrible, pero vale lo mismo que nos pasó a nosotras con el caso de Papi en su momento, que al final unos van ordenando las cosas…”
Vicky: “Mira, si tú puedes transmitirle alguna vez, yo no guardo rencor. No. No guardo rencor. No, no, no. Es algo muy fuerte, sí. No puedo, es como una mezcolanza terrible, años y años, luces, sombras. Te das cuenta que no es fácil, no. Pero por este señor yo lo valoro, sí. Valoro. Pero es muy fuerte. Es muy, muy fuerte.”
Vicky: “Te agradezco Almudena, mucho. Te agradezco porque yo de verdad lo considero… De verdad… Porque fíjate que esta duda me persiguió siempre.”
El Guerrillero, un podcast de Almudena Ariza y Yes We Cast.
Investigación y locución: Almudena Ariza.
Guión: Francisco Izuzquiza.
Diseño sonoro: Alberto Espinosa.
Verificación de datos: Rodolfo Ibarra.
Sintonía del podcast: David Burgos y Luciano Branca.
Identidad gráfica: Rubén Galgo.
Locuciones: Carlos Serrano.