Puedes suscribirte a El Guerrillero en Spotify, Apple Podcasts, iVoox, o en tu reproductor de podcasts favorito.
Comunicado Frente Manuel Rodríguez: «La dirección nacional del Frente Patriótico Manuel Rodríguez se dirige al país. Hermanos, nuestra paciencia se está agotando.”
Víctor: “Probar mechas, buscar un transformador, equivocarse con él. Poner una mecha que no teníamos idea, el uso de explosivos es complicado.
Víctor: «Empieza a estar en la boca de todo el mundo, empieza a aparecer en los periódicos el Frente Terrorista Manuel Rodríguez.”
Almudena: “¿Y no te ha quedado en la conciencia esa necesidad de saber?»
Víctor: «No. No. Nunca… Nunca he tenido remordimiento de conciencia. Creo que era justo lo que yo tenía que hacer.”
Víctor: «Una de las prioridades que se había planteado en el nacimiento del Frente, era castigar a Pinochet directamente.”
Víctor: Y desde ese día que tuve que pasar a la clandestinidad. 3 de Julio de 1984.»
Víctor: «Hasta que de pronto a fines de agosto, el 27… Sí. Me dan un punto, un lugar donde voy al encuentro de alguien y me dice… Hermano, esto es muy simple. Tú vas a una operación en la que hay un cinco por ciento de posibilidades de salir con vida. Y mi respuesta fue “por supuesto”.
EL GUERRILLERO, UN PODCAST DE ALMUDENA ARIZA Y YES WE CAST.
EPISODIO 4: MATAR A PINOCHET
¿Recordáis a Rodrigo, el amigo de juventud de Víctor al que conoció en Cuba? Ya no es Rodrigo. Ahora es… Tarzán.
Tarzán: “Mi sueño, de verdad, desde muy chico es matar… Matar a Pinochet, como mi fantasía infantil número uno.”
Tarzán es hijo de un director de teatro y una periodista que se exilian en Cuba tras el golpe de Estado de Pinochet. Durante su exilio en La Habana estudió ingeniería y desarrolló una gran afición por el culturismo (de ahí su apodo de Tarzán).
Se juntó, también, con otros jóvenes chilenos exiliados, deseosos de cambiar el rumbo de su país. Pronto, le ficha el Frente Patriótico Manuel Rodríguez y en 1985 entra como clandestino en Chile sin saber, todavía, la importante misión que le aguardaba.
Tarzán: “Hay una crisis económica muy severa en el 82, la dictadura ha tenido unos años en los que ha estabilizado la economía, ha dolarizado la economía… Digamos, tiene enganchado a todo el mundo con el sistema de los créditos, y de pronto se derrumba la economía, se derrumba…”
Mientras las protestas en Chile aumentan, Tarzán recibe un encargo de su jefe.
Tarzán: “Me contactó Raúl Pelegrín, pero yo no sabía que era el jefe principal. Entonces me dijo que estudiara, por favor, si existía viabilidad para atentar contra Pinochet. Me dijo eso y yo no me lo podía creer, digo…”
Ya no era solo una fantasía infantil. A Tarzán le habían propuesto lo que él más deseaba: participar en un atentado contra Pinochet.
Almudena: “¿Cómo recuerdas tú el día del atentado contra Pinochet? Y no sé si ahí imaginaste que estaba tu hermano por ahí.»
Vicky: «No, porque nosotros no teníamos idea, no teníamos idea que Víctor estaba en eso.”
En realidad, Víctor tampoco tenía idea de que estaba en eso. Sólo sabe que le han citado para formar parte de una misión con alto riesgo de muerte.
Víctor: “Cuando ya estaba en el lugar me di cuenta que no estaba yo solo. Éramos por lo menos, por lo menos 15 personas. Entonces uno como dice… ¿Qué iremos a hacer?”.
Una compañera del frente, Cecilia Magni, conocida como Tamara en la organización, lleva a Víctor a un restaurante en el suroeste de Santiago. Víctor pregunta por qué está allí, pero no recibe respuesta.
Víctor: “Y yo entro, y me siento en este lugar público. Hay dos o tres personas más, es la hora del almuerzo. Y yo pregunto, veo que uno que sirve yo lo conozco. Obviamente, no digo nada. Era el momento en que el resto de la gente… Nos quedamos ahí, en el momento en que la gente se retira, la otra gente, me imagino, terminan su… Me dice Tamara ‘tú te quedas aquí’. ‘Ah OK’. Me dice ‘¿quieres pasar al baño?’. Paso al baño, y ahí en el baño me abren una compuerta, un zulo como dicen en España, y me dice ‘cuidado’. Desciendo, ponen la tapa, y dentro es un túnel pequeño en donde veo una cantidad de fusiles M16 como… No sé, debo haber visto unos 20. Está iluminado. Me siento, no toco nada. Huele muy fuerte a un explosivo que se llama amongelatina, que es nitrato de amonio. Pero ya listo, es decir, tú le pones un detonador y eso no puede… Y al rato después, abren la tapa y baja otro… Y era esta persona que yo había reconocido, que hacía años habíamos estado juntos en La Habana…”
Esa persona es… Tarzán.
Tarzán: “Fue una alegría verlo ahí otra vez aparecer, ¿no?”
A Víctor le encargan preparar granadas caseras durante el resto del día.
Tarzán: “Unas latas de melocotones así grandes, y entonces con unos alambres y unas latas de salsa de tomate en el centro, donde está el explosivo, y alrededor hay un pegamento con tuercas y metralla. Y se inician con un… Esas son las granadas del atentado.”
Ya por la noche, le llevan a descansar a una casa grande que el Frente ha alquilado especialmente para acoger a decenas de miembros de la organización.
Víctor: “Al otro día por la mañana todo normal, pero nadie sabía nada. De los grupos, vamos a decir, no así los jefes, que ellos sí sabían, pero nosotros no… Y el sábado por la tarde, se nos forma con nuestro… Donde se nos hizo entrega de un fusil M16 con tres cargadores, se nos forma y Ernesto, José Joaquín Valenzuela Levy, nos informa y pone una canción de Salvador Allende, digamos el discurso de Salvador Allende, el último, hecho canción.”
Salvador Allenda: “Trabajadores de mi patria, tengo fe en Chile y su destino.”
Víctor: “Bueno, ahí yo creo que los 20 que estábamos ahí se nos caían las lágrimas y los mocos, pero… De darnos cuenta que algo grande íbamos a hacer.”
Salvador Allende: “Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.”
Víctor: “Y cuando termina la arenga que hace Ernesto, en donde dice ‘quizá seamos esos hombres, que habla de las grandes alamedas, que tengamos el deber patrio de cumplir ajusticiando a Pinochet.”
Salvador Allende: “¡Viva Chile, viva el pueblo, vivan los trabajadores!”
La casa estaba estratégicamente escogida: Cerca de la residencia de descanso de Pinochet en El Melocotón, a las afueras de Santiago, bajo las faldas de los Andes. Sólo una carretera une esta zona con la capital, la misma que recorre el dictador cada vez que va y viene de su residencia. El Frente tiene una fecha marcada para el atentado: 31 de Agosto de 1986. Mientras tanto, vigilan los movimientos de Pinochet.
Víctor: “Se me despierta a las 3 de la mañana, me toca mi hora de guardia. Y cerca de las cuatro de la mañana, mirando por la ventana, veo una cosa azul que cada vez es más intensa, más intensa, de lo que yo veía. Veo el resplandor de una baliza, dos segundos después otra baliza, y después veo muchas cosas azules.”
Víctor comunica a su jefe lo que ha visto. Es la comitiva policial que acompaña a Pinochet en sus viajes.
Víctor: “Rápidamente él llama a Santiago, y le dicen ‘es efectivo, Pinochet está en Santiago. Se murió anoche, de madrugada, el expresidente Jorge Alessandri Palma’. Entonces eso nos echa por tierra la operación.”
Los jefes del Frente saben que decenas de hombres armados no pueden permanecer mucho tiempo en una casa sin llamar la atención. Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.
Víctor: “Rápidamente se busca la opción de que no podemos quedarnos en la casa porque el tipo, el que cuidaba, el cuidador, que era muy… podía descubrirnos a nosotros en… Entonces deciden nuestros jefes sacarnos de allí y vamos más allá de la casa de Pinochet. Después viene el Melocotón, y después viene San Alfonso. Y en San Alfonso había una hostería, y fuimos ahí de… De Seminaristas de Schoenstatt.”
Decenas de integrantes de una banda de extrema izquierda integrados en un retiro espiritual católico.
Víctor: “Un retiro espiritual con biblias, con posters y afiches de Jesús y… Obviamente pasaron cosas muy anecdóticas. Llegamos sobre la 1 de la tarde a almorzar y todos, nos trajeron los platos y todos (ruido) y hay uno que dice ‘hermanos, no olvidéis que (risas)’. Ese era el único que había estado de verdad, el único seminarista, Alejandro. Dice ‘no os comportéis como vulgares, Ustedes son ovejas del Señor’. Yo creo que de los 21 que estábamos ahí, o 20… Él era el único que sabía persignarse, el resto no teníamos ni idea. Pero hubo que empezar a comportarse como seminaristas. Había uno que tocaba la guitarra, a tocar ‘Alabaré, alabaré, alabaré a mi Señor’.”
Cuatro noches después regresan a la misma casa de la que huyeron. Hay nueva fecha para el atentado: Domingo 7 de Septiembre de 1986. Quedan apenas tres días. Todo el plan está armado.
En aquellos años, las revueltas populares contra la dictadura habían aumentado por todo el país. Desde 1983 se convocaban las Jornadas de Protesta Nacional, respaldadas por sindicatos y fuerzas de izquierdas. Decenas de personas murieron por la respuesta militar en aquellas jornadas, y varios centenares resultaron heridas. En los primeros días de Septiembre de 1986, una de las afectadas fue Viviana Díaz Caro. La hermana mediana de Víctor.
Vicky: “Viene el atentado y mi hermana estaba en la posta”.
El hospital.
Vicky: “Porque mi hermana había estado el 5 de Septiembre, día viernes… Entonces a ella le llega ese guanaco…”
Un potente chorro de agua.
Vicky: “Le cae el agua, y llega a la Postal Central. Y el día 7 de Septiembre, como a la 1 de la hora de almuerzo, la visita el cardenal Santiago Tapia. Visita a mi hermana porque estaba mal. Y después supimos que le había dado la extremaunción. A mi hermana. Entonces estaba mal. Eso fue un 7 de Septiembre. El mismo día. Entonces después en la tarde… Como flash, ¿no?”
¡La noticia del atentado.
Vicky: “Pero nosotros no teníamos idea que Víctor estaba ahí.”
El Frente Manuel Rodríguez lo tiene todo preparado para el golpe. Saben que todos los domingos por la tarde, entre las 6 y las 8, Pinochet regresa desde su residencia de descanso a Santiago por la única carretera que cubre el recorrido.
Víctor: “Había un par de chicas que supuestamente iban a hacer ski, que estaban… que observaban si bajaba…”
Si bajaba la comitiva de Pinochet, a la que habían estudiado bien.
Víctor: «La comitiva de él eran dos motoristas, distanciados más o menos 50 metros. Detrás de eso iba la escolta de carabineros de Chile. Luego de eso iba un coche de comandos, de fuerzas de élite, que se llamaban los Cobra, solamente para custodiar a Pinochet. Y luego él tenía dos coches Mercedes blindados, en los que él se cambiaba. En jerga de seguridad lo llaman barajar el naipe, barajar las cartas. Se van cambiando, son idénticos. Y detrás de eso, dos coches más de escoltas, igual, de súper comandos de élite.”
La idea original del Frente fue excavar un túnel bajo el camino para llenarlo de explosivos y detonarlos al paso del convoy, inspirados por la Operación Ogro que mató a Carrero Blanco en España. Sin embargo, la policía intercepta la carga meses antes. La alternativa: Aprovechar el terreno escarpado a los lados del camino para tender una emboscada en un lugar donde no hay cobertura de radio. Una curva estrecha, en pendiente. El plan es el siguiente.
Tarzán: “Hay cuatro grupos”
En el primero están Víctor y Tarzán.
Tarzán: “Mi grupo se llama grupo de contención, y la misión es detener a la comitiva de Pinochet, pararlos.”
Víctor conduce una camioneta llevando a doce compañeros… Pero es más que un chófer.
Víctor: «Y lo mío era encargarme de los motoristas, con el otro chofer que estábamos ahí.»
Almudena: «Encargarte de los motoristas…»
Víctor: «Quiere decir tratar de matarlos.”
Los dos motoristas pasan frente a Tarzán. Su grupo corta el camino con una caravana.
Víctor: “Yo veía la caravana, cuando se atravesó la caravana yo la vi.”
Víctor tiene que esperar su momento. No puede destapar la operación.
Víctor: «Yo no podía disparar ni mi compañero, el otro chofer, que estábamos a una distancia de 3 metros, si no escuchábamos tiros, y los motoristas venían bastante adelantados.”
Necesitan saber que el atentado está en marcha.
Víctor: “Y bueno, fue todo muy rápido, 18… A las 6 y 36 minutos, y yo escucho tiros que van, tiros que vienen…”
El primer coche, el de los escolta, llega a la altura de Tarzán. Disparan contra él.
Tarzán: “En lugar de tirar palante, frenaron en seco, hicieron lo mismo que harías tú. Frenaron en seco y se tiraron pa abajo.”
¡Víctor sale tras los motoristas. No pueden escapar y dar la alarma.
Víctor: «Cuando escucho el primer tiro, el tipo ya me había visto, había acelerado y a pesar que le disparo bast… ya digo, todo un cargador, no… El segundo, ese sí que cobró, pero quedó vivo.”
Por detrás, el resto del grupo ataca al coche donde va Pinochet.
Tarzán: “Un tiroteo infernal ahí, ra, ra, ra…”
Granadas, fusiles y lanzacohetes contra el dictador.
Unos minutos después, el jefe de grupo se acerca a Víctor, eufórico.
Víctor: “Y el mismo viene, empieza a gritar ‘buah, matamos a Pinochet’, porque eso había sido muy corto.»
Almudena: «Pero tú no sabías lo que había pasado.»
Víctor: «Ni idea, y los que se suben en mi camioneta… Veo que vienen, va tan llena como cuando habíamos venido. Entonces todos los fusiles hacia afuera, yo pongo la baliza y empezamos, y todo el mundo gritando ‘matamos al tirano’. Todos nosotros a mil.”
Pero el primer motorista de Pinochet, el que salió ileso, llega a Santiago y consigue comunicar el atentado. La policía ya se está organizando.
Víctor: “Y hemos llegado a la entrada de Santiago, donde hay un retén policial que nosotros sabíamos, que para eso eran las balizas, para un poco… Y el policía que había ido en moto, y que había salvado, era un poco… Como estaba tan asustado, fue fantasioso, porque dijo ‘hay muchos heridos’. Entonces cuando nos ven venir a nosotros, que nosotros decimos ‘no nos morimos allá, nos vamos a morir aquí’.”
Tarzán: “Sacamos el cuerpo del vehículo, yo voy de copiloto, saco el cuerpo, voy con mi fusil, y les digo que abran, que abran, que abran, y ellos abren.”
Almudena: “¿Y eso cómo se interpreta?»
Víctor: «En ese lugar, en ese momento, está el jefe de la avanzada de seguridad de Pinochet. Y como recibe de parte de este carabinero ‘hay muchos heridos y los están evacuando, los van a evacuar’ nos toman a nosotros por sus colegas. Y nos levantan, nos hacen señas para que pasemos rápido. Nos saludaron. Pasando ahí, como nos saludaban, yo corté el uh uh, el ulular, y les puse un perrito (ladra). Cosa que… Cuando tú lo cuentas, puede que la gente piense, pero eran… Es que yo creo que nos permitía ese.. (Resopla) De ser así, de reírnos de las cosas. Seguíamos vivos, y ya eran minutos gratis que llevábamos, porque habíamos querido morirnos por algo justo. Terminar con el sufrimiento de nuestro pueblo, eso era… Porque ahí todavía… Los que vamos adentro de esa camioneta, que somos alrededor de 12, 13, quizá 14. Todos vamos con el sentimiento de que hemos ajusticiado al tirano.”
El grupo se separa, cada uno se marcha a su escondite.
Tarzán: “¿Pero sabes qué pasa? Que por ejemplo, imagínate que cada uno tenía en el bolsillo en el equivalente mil pesos, no sé cuánto tendríamos, diez pavos, diez euros, cinco euros, no sé, muy poco. Era como para tener un dinero por si había que coger… Nos fuimos en transporte público, cada uno como pudo.”
Chile conoce la noticia del atentado. Víctor y sus compañeros esperan el anuncio oficial de la muerte de Augusto Pinochet.
Víctor: “Y ahí esperé sentado hasta… Feliz, indescriptible lo que sentía en esas horas posteriores. Y te insisto en ese sentimiento de haber hecho justicia. Soñando que se iba a terminar todo. Todos los males, los que… Pero yo no me iba a acostar. Esperando… Porque todos decían ‘un atentado contra Su Excelencia, estamos tratando de ubicarlo, no aparece por ninguna parte’… Y yo decía ‘está muerto, está muerto, está muerto, tiene que estar muerto’.”
Víctor: “Y a la una de la mañana apareció… El hijo de puta apareció… En la televisión.”
Augusto Pinochet: “Después de haber pasado San José de Maipo, antes de llegar a las vertientes, hay una parte que se angosta el camino. Y ahí salió del costado izquierdo, mirando el costado izquierdo, hacia la derecha, un auto con trailer casa. Se frenó, de pronto frenamos, se inició un tiroteo intensísimo, con metralletas, con fusil…”
Víctor: “Lo traicionó su vocabulario porque dice ‘y me tapé con mi nieto, perdón tapé a mi nieto con mi cuerpo… Seguro que usó al nieto para taparse. Ahí nos enteramos de que iba con el nieto. Tuvo suerte.”
El chófer de Pinochet dio la vuelta a tiempo, justo para escapar con vida.
Augusto Pinochet: “Este es el impacto de un rocket que no tomó la suficiente velocidad inicial. Se incrustó aquí en el vidrio. Pero no explotó. Porque si hubiera pasado esta capa y explota dentro, no queda nadie vivo de los que están adentro.”
Almudena: “¿Y tú en ese momento, qué, qué…?»
Víctor: «Una gran decepción. Una gran decepción. Y eso nos dejó a nosotros como ‘ahhhh…’”
Tarzán: “Creo que la sensación fue ‘joder’… Es como una sensación tan terrible de, guau, no sé, no sé compararlo con nada así conocido.”
Víctor: “De verdad que ahí, ya… El hecho de sentir una vez más que estabas vivo, que podías cumplir muchas cosas más, y se planean más cosas, cada vez más audaces.”
Augusto Pinochet: “El terrorismo es serio, que es más grave de lo que están hablando, que es más serio de lo que están hablando. Y que ya está bueno que los señores políticos se den cuenta que estamos en una guerra entre el marxismo y la democracia. O el caos o la democracia. Ellos sabrán lo que quieren hacer.”
Víctor: “Y en eso estábamos un mes y medio después, cuando hacíamos… Cuando la gran parte del contingente que había participado en esto sale del país por medidas de seguridad, pero se queda un grupo especial. Quedamos cinco, uno de cada grupo. Y ya nos preparábamos para hacer alguna otra cosa… Y alguien había cometido un error, y nos detienen.»
Almudena: «Hasta ahí lo dejamos, ¿vale? Qué pasa a partir de entonces, siguiente capítulo, ¿vale? Jolín, madre mía.”
El Guerrillero, un podcast de Almudena Ariza y Yes We Cast.
Investigación y locución: Almudena Ariza.
Guión: Francisco Izuzquiza.
Diseño sonoro: Alberto Espinosa.
Verificación de datos: Rodolfo Ibarra.
Sintonía del podcast: David Burgos y Luciano Branca.
Identidad gráfica: Rubén Galgo.
Locuciones: Carlos Serrano.