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Víctor: “Vengo de una familia compuesta por un comunista y una ferviente católica.”
Víctor: “Ya en aquella época, mi padre ya era un militante comunista en el norte de Chile que ya empieza a tener ciertas responsabilidades.”
Víctor: “Pero sí, mi padre siempre me llevó a todos lados desde pequeño, siempre estuve con él en todo, en toda su actividad política…”
Vicky: “No hay duda que los tres hermanos tomamos, sin que nuestro padre nos hubiera dicho ‘entren a militar’, no, nosotros entramos a militar porque… fue como algo natural.”
Salvador Allende: “Somos los herederos legítimos de los padres de la patria, y juntos haremos la segunda independencia. La independencia económica de Chile.”
Comunicado Golpe de Estado: “Santiago, 11 de septiembre de 1973. (…) Las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile declaran: 1º Que el señor Presidente de la República debe proceder a la inmediata entrega de su alto cargo a las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile.”
Vicky: “Mi viejo se va esa mañana, se despide de nosotros, y se va con nuestro hermano, y me dice a mí y a mi hermana que no salgamos, que no vayamos a clase”
Víctor: “Claro, después ya él pasa a la clandestinidad, ya tiene otra identidad…”
EL GUERRILLERO, UN PODCAST DE ALMUDENA ARIZA Y YES WE CAST.
EPISODIO 2: CLANDESTINIDAD
Almudena: “Vale, estamos. Bueno Víctor, estamos, segundo día. ¿Cómo estás?»
Víctor: «Bien, bien.»
Almudena: «¿Te has repuesto de la primera charla? (Risas) Bueno, ayer nos quedamos, ¿te acuerdas? Que nos quedamos en el golpe y ahí paramos y retomamos ahora. ¿Qué pasa a partir de entonces en tu familia, cómo se viven esos años en los que tu padre empieza a vivir a escondidas, escondido?”
Víctor: “La policía secreta de Pinochet lo puso en su lista y comienza a buscarlo enconadamente. Mucha gente se asilaba, muchos dirigentes tenían que salir. Sólo un grupo político que hay que resaltar en toda la historia post-golpe, fue el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, el MIR, que ellos…”
Quedaos con esas siglas: MIR. Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Serán importantes en nuestra historia, en la vida de Víctor.
La dictadura de Pinochet comienza a perseguir y detener a los líderes de las fuerzas de izquierdas, pero también a miles de jóvenes, algunos activistas y otros muchos que ni siquiera estaban en política.
Entre los más buscados están los dirigentes del Partido Comunista. Así que, el Chino Díaz pasa a la clandestinidad, desaparece por completo.
Víctor: “No, no, nosotros no lo vimos, no lo vimos más. Ya nuestra casa la habían allanado tres o cuatro veces, la Policía Secreta. No llegaban, es decir, su sola presencia, que tú sabías, era bastante intimidante. Pero nunca nos causaron destrozos, no fueron tampoco, en la casa nunca nos golpearon. La gente se las arreglaba, a pesar de estar en la clandestinidad, de dar noticias. No todos los días obviamente, pero yo sé que mi padre con mi madre tenían un sistema, que había una señora que llamaba en nombre de mi padre, y llamaba una vez cada dos meses por teléfono y hablaba con mi madre. “Hola, cómo está señora, ay todo muy bien”. Y ya mi madre se quedaba tranquila.”
La vida clandestina del Chino Díaz dura aproximadamente dos años y medio. Un tiempo en el que permanece escondido y sin contacto directo con su familia. Desde Septiembre de 1973 hasta Mayo de 1976.
Víctor: “Y el 12 de Mayo del 76 llegan a la casa donde estaba mi padre. Lo detienen no muy convencidos. Él está acostado, son las 2 de la mañana cuando allanan esa casa, y lo hacen caminar, y ahí uno de esos dice ‘este es el Chino Díaz’. A mi padre lo golpean mucho, pero como te digo no hay una prueba fehaciente, a pesar de que hay uno que llama al que era director general de la DINA, la Dirección de Inteligencia Nacional, Manuel Contreras….”
Manuel Contreras. Este nombre también será importante más adelante.
Víctor: “Un tipo que se veía directamente, sólo le rendía cuentas a Pinochet. Y lo llama por teléfono esa misma madrugada y le dice ‘jefecito, jefecito, detuvimos al Chino Díaz.”
La detención de Víctor Manuel Díaz López es un hito importante para el régimen de Pinochet. La noticia corre rápido entre las Fuerzas Armadas. Aunque tarda más tiempo en llegar hasta la casa familiar.
Almudena: “¿Y cómo os enteráis tu madre y vosotros que le han detenido?”
Vicky: “Eso nosotros lo supimos dos días después. Lo supimos el 14 de Mayo. Entonces aquí, nosotros no sabíamos que estaba detenido. Llega una compañera, de aquí, vivía en la población, muy amiga de nosotros y nuestra madre. Y ese día 14 nosotros, a diferencia yo soy súper como… me resfriaba mucho, más que ahora. Pero esa influenza, no sé por qué, yo no me resfrié, sí se resfriaron mi hermana, mi hermano y mi madre. Los tres estaban en cama. Y llega esta querida compañera, Sara Segovia, llega y me habla todo abajo, arriba estaban los dormitorios, y abajo me dice “A Don Víctor lo… cayó Don Víctor”.
Víctor: «Y mi madre… La única vez que la escuché, rompe en llanto, pero un llanto así, ¡oh! Y dos segundos después, cuando ella va subiendo, deja de llorar así y dice “no me digas nada”. Mi madre siempre dijo que era como medio bruja ella, yo me reía mucho, a veces me convencía que sí. Pero ella nos había dicho justo el día anterior dijo “algo le pasó a tu padre”.
¿Cómo se organiza una familia en un momento como este, cuando sabes que tu marido, tu padre, ha sido detenido por motivos políticos?
Vicky: “Y entonces ahí le dijo a la señora Sara que dónde podía ir. A la Vicaría de la Solidaridad.”
La Vicaría de la Solidaridad era en ese momento, una de las pocas puertas abiertas que tenían los familiares de los desaparecidos. Era un organismo fundado por el cardenal y abogado Raúl Silva, quien no tuvo miedo de enfrentarse a Pinochet. La Vicaría se convierte en un lugar de encuentro, de denuncia y de amparo para los perseguidos. Una de las primeras recomendaciones de la Vicaría es la de separar y proteger al joven Víctor.
Almudena: “Porque detenían a los hijos para, de alguna manera también, amenazar a los padres, ¿no?»
Vicky: «Eso es. Para influir, para que se entregaran. Para que se entregaran. Por eso es que se va, por eso Víctor tuvo que irse. Porque a él lo empiezan a buscar en la escuela, en el Darío Sala, que estaba estudiando.”
Víctor: “Salgo al exilio, me refugia Suecia.”
Suecia tuvo un papel determinante en esa época. El Gobierno del socialista Olof Palme denunció las violaciones de derechos humanos en Chile y los embajadores suecos en ese país se implicaron personalmente y salvaron a centenares de perseguidos. Les daban refugio en la propia embajada y luego les daban asilo en Suecia. Víctor fue uno de los acogidos.
Víctor: «Entonces me va a buscar el embajador sueco a casa, me saca ahí… Me dice ‘no me sueltes la mano’. En auto diplomático.»
Almudena: «Perdona, ¿te recoge en tu propia casa?»
Víctor: «En mi propia casa. Es que ya era muy ostensible el seguimiento que efectuaban hacia mí. Es decir, yo salía a comprar, y mi madre ya no me mandaba ni a comprar, porque estaban esperando un momento…»
Almudena: «¿Para detenerte?»
Víctor: «Sí, para detenerme. Mientras ellas continúan esa lucha con esa foto, yo parto al exilio en Agosto del 76.”
La foto de la que nos habla Víctor es el retrato de su padre.
Radio: “…el programa ‘Escucha Chile’ de Radio Moscú. Boletín de noticias. Alrededor de quince mujeres se encadenaron en las puertas de la sede de la Comisión Económica para América Latina, CEPAL, para exigir el esclarecimiento de la situación de sus familiares detenidos y desaparecidos.”
Las familias de los desaparecidos durante la dictadura de Pinochet mostraban el rostro, esas fotos de las personas buscadas como un símbolo, para denunciar públicamente lo que estaba ocurriendo en esos momentos.
Vicky: “El hecho de usar las fotografías fue algo muy quizá como identitario, porque en La Moneda fue cuando primeras veces, frente a la Moneda mostrábamos, y se acercaba la gente a ver quién era el familiar… quiénes eran, y después de la fotografía, con esa foto se llegaba a los lugares de tensión, recintos como Tres Álamos, ¿no es cierto?, el Estadio Nacional, y se llevaba para ver si lo habían visto o no.”
Radio: “Las mujeres, asimismo, lanzaron un comunicado en el que denuncian que en diversos lugares del país existen campos secretos de reclusión donde se encuentran numerosos presos políticos.”
En aquellos momentos la desaparición de opositores al régimen no era un asunto de dominio público. Ahora lo sabemos, pero entonces no. De hecho, esta denuncia era percibida por parte de la sociedad como un acto político, como un acto de protesta. Eran madres, esposas, hijas… Mujeres, en su mayoría, en una época muy distinta a la actual.
Vicky: “Mira, por ejemplo, cuando íbamos a las marchas, a denunciar con nuestras pancartas, por ejemplo por el Paseo Ahumada. Humilladas no, pero una escuchaba cómo… cómo se referían a nosotras algunos que veían esto. Con el tiempo vinieron aplausos, pero antes no. Antes no. Cuánto les pagan, váyanse para la casa, flojas… Eso fue, eso fue.»
Almudena: «Os insultaban también.»
Vicky: «Claro, claro que sí.”
Radio: “También el grupo de mujeres, familiares de los detenidos desaparecidos, se manifestaron en contra de la decisión del régimen de Pinochet de otorgar facilidades para declarar la muerte presunta de sus parientes.”
Almudena: «¿Y qué os contestaban cuando preguntabais a las autoridades, qué os decían?»
Vicky: «La negación. Eso fue lo terrible, porque siempre negaron. Ellos siempre ocultaron la verdad, siempre mintieron. Entonces decimos nosotros que eso fue criminal. Eso fue otro crimen. Porque cuánto, cuánto se hubiera podido… Cuánto dolor, evitar. Eran nuestros familiares. Seres amados, queridos. Esto fue terrible. Vivirlo, pensar cómo, cómo estaría viviéndolo. Claro, porque siempre lo dábamos por vivo. Claro, para nuestra madre… Mira, yo te voy a decir algo. Yo tocaba la guitarra, siempre he tocado la guitarra. Entonces a veces, a veces yo tocaba la guitarra. Siempre he tocado la guitarra, entonces tocaba la guitarra… Pobrecita mi vieja (llora). Ella no quería que yo cantara. Lo que me decía “no es cualquiera el que está, no es cualquiera”. Ella pensaba que… No sé si me entiendes. No quería sentir ni una… Yo creo que eso era como un duelo que ella viviendo, ¿entiendes? Cantar ya era un signo de… No sé cómo explicarlo. No lo hagas, porque respeta mi dolor, ¿lo entiendes? Una cosa así.»
Almudena: «Ella consideraba que ya tu papá no estaba.»
Vicky: «Yo creo que… No, el dolor de no saber. El dolor de no saber. Dónde estaba. Ese dolor, esa incertidumbre.”
Mientras Selenisa, Vicky y Viviana luchan por buscar a Víctor padre en Chile, Víctor hijo llega a Suecia, a pocos meses de cumplir los 18 años. Su vida ya no tiene nada que ver.
Víctor: (V) “Nada, me encuentro un mundo maravilloso. Un mundo, te puedes imaginar, salir de un Estado represivo… No fue fácil porque sin saber hablar el idioma, llegar y que te digan… Como un monigote, es decir, te recogen, te llevan a un hotel, al otro día te meten en un tren y te mandan a 600 kilómetros de Estocolmo y te dicen ahí, ‘en esa estación va a haber alguien esperándolo’. Todo está en sueco, todos los paneles, los afiches de las estaciones son en sueco. Entonces, yo creo que desde muy joven empecé a tener que soportar ese estrés.»
Almudena: «La sensación de estar en un sitio que no es el tuyo.»
Víctor: «Claro.»
Almudena: «Como un extraño.»
Víctor: «Como un extraño. Y lo peor, yo reconozco que hay dos o tres meses que la lucha del pueblo chileno me vale… yo me olvido completamente.”
Víctor llega a un pueblo de cuento, tiene una buena casa, un buen trabajo y una ayuda económica que le permite vivir muy cómodamente. Mejor de lo que nunca vivió en su país natal. Y conoce a una chica chilena de su edad. Está encantado en su exilio.
Víctor: “Un mundo de fantasía que, mirándolo con los años, por supuesto siento cierta vergüenza. Pero es que yo era muy joven, yo no quería… Es que no sé… Qué fascismo, me da lo mismo, yo estoy aquí bien.”
Dos meses después, un militante del Partido Comunista Chileno, refugiado también en Suecia, le propone marcharse a Moscú. Abandonar su vida idílica para retomar la actividad política.
Almudena: “¿Pero tú querías marcharte o no?”
Víctor: (Sopla) “Yo creo que yo ya, por eso te digo que me estaba acomodando, cuenta que ese lapso de olvidarme de todo yo decía que tampoco… Cuando él me propone eso, yo digo que sí inmediatamente.”
La vida en Rusia es muy distinta a la de Suecia. Menos acomodada, sin tanto brillo, pero mucho más activa y comprometida políticamente. Allí se encuentra arropado por los amigos de su padre, a los que llamaba sus “tíos”, que son otros miembros del Partido Comunista chileno. Comienza a estudiar medicina y a vivir ya dentro del entorno político universitario.
Almudena: “¿Cómo eran las fiestas esas a las que ibas?”
Víctor: «No, pero eran fiestas nuestras entre chilenos, latinos… Se hacían campañas de solidaridad, es decir, empieza ahí una militancia.»
Almudena: «Empiezas a reconectar un poco, ¿no?»
Víctor: «No, ahí reconecto rápidamente. Es decir, en veinticuatro horas reconecté, pasé del capitalismo al socialismo abruptamente. Con una particularidad: No estaba con mi nombre. Es decir, voy a la universidad con otro nombre.»
Almudena: «¿Tenías una identidad falsa, o cómo?»
Víctor: «Sí. Leonardo Jerez Barrios.”
Víctor cuenta que él entonces era el único comunista chileno en Moscú con nombre falso, por seguridad, por ser hijo del Chino Díaz. Pero ese secretismo se acaba pronto. Y el Partido decide que es mejor contar públicamente su historia.
Víctor: “En Febrero del 77 la Juventud Comunista me da una orden, entre comillas, y me dicen ‘mira, vas a viajar, vas a Ginebra a presentar testimonio ante la Asamblea General de Naciones Unidas’. Y te cuento esto porque empieza, ahí salgo, vuelvo a ser yo. Con mi nombre. Y no era una semana. Como ya estaba, estaba en Ginebra, las Juventudes de Italia se enteran, entonces voy a Italia a participar en un acto de solidaridad con Chile… Ocurren muchas cosas que al final estuve casi dos meses fuera. Estaba en Argelia, también creo que en Febrero o Marzo del 77, la quinta sesión de la Comisión Investigadora de Derechos Humanos de los crímenes de la Junta de Pinochet. Y sesionó en Argelia, en Argel. Fueron dos meses de mucha solidaridad. Ayudando, exponiendo mi caso, contando quién era mi padre, contando por sus compañeros que habían sido detenidos, que no se sabía nada, que no los reconocían…»
Almudena: «Todavía no sabíais nada, no teníais noticias. ¿Tú hablabas con tu madre en ese tiempo, qué os contabais?»
Víctor: «No, costaba bastante. En aquella época… Era muy caro.”
En aquellos años setenta, la información no viajaba tan rápido como en la actualidad. Ni internacionalmente, ni dentro de las propias fronteras del Chile de Pinochet.
El 12 de Septiembre de 1976, el cuerpo de una mujer aparece flotando en la playa de La Ballena, a unos 180 kilómetros de Santiago. Junto a ella, un trozo de tela y un alambre amarrado a su cuello.
Víctor: “No tiene uñas, le han quebrado las piernas, los brazos, mutilada. Terrible.”
Su nombre: Marta Ugarte Román. 42 años. Modista, profesora y militante comunista que llegó a tener un alto cargo en Educación en el gobierno de Salvador Allende. Había sido detenida en Agosto de 1976, y un mes después aparecía su cadáver.
Víctor: “Hasta ahí dicen, estos están asesinando, ¿pero cómo?”
La prensa de la época describe el caso como el asesinato de una bella joven víctima de un crimen pasional. La versión que habían dado los servicios de información del régimen. El motivo real se confirmaría tiempo después. Y serviría para destapar las operaciones de exterminio de la dictadura. Marta Ugarte y Chino Díaz, además, habían coincidido durante su detención, pero eso también se sabría mucho después.
Ya en Moscú, la vida de estudiante comienza a hacerse difícil para Víctor. Un idioma complicado, las pocas noticias que llegan desde Chile, el estallido de la revolución sandinista en Nicaragua en Octubre del 77, un viaje a Cuba en Agosto del 78… Víctor se acerca a sus 20 años, y algo cambia en su mente.
Víctor: “Internamente yo empiezo a decirme que los estudios para mí no… Que la parte pacífica no era como lo mío, yo… Me empiezo a identificar mucho con ese grupo, con el MIR.”
El Movimiento de Izquierda Revolucionaria. La oposición armada, clandestina, y la más radical. La que está decidida a luchar contra la dictadura de Pinochet.
Víctor: “Gente que había dado su vida, que había utilizado armas… Empiezo a tener problemas internos dentro de las Juventudes Comunistas, producto de que mis ideas eran un poco más… de extrema izquierda. ¿Por qué somos tan sumisos, por qué ponemos una, la otra mejilla y nos inventamos dos más? Para que nos sigan… Y cuando regreso a Moscú digo “yo no estudio más”. Ahí yo me planteo y me voy en franca rebeldía.”
Víctor sabe que hay jóvenes comunistas chilenos formándose militarmente en Cuba. Acude a hablar con uno de los amigos de su padre, quien le propone viajar a La Habana para estudiar cine. El viaje ocurre a finales de 1978, y Víctor conoce allí a uno de sus grandes amigos.
Almudena: “Bueno Hugo, me gustaría que te presentaras. ¿Cómo lo harías?»
Tarzán: «Bueno, diría que mi nombre es Rodrigo Rodríguez, que nací en Chile, que el golpe de Estado me pilló antes de mi cumpleaños 13…”
A Rodrigo Rodríguez se le conoce por muchos nombres. Hugo, Jorgito, Tarzán… Ya hablaremos de esto más adelante.
Almudena: “¿Cómo definirías al Víctor de entonces, cómo lo describirías?”
Tarzán: “Yo lo describiría como un joven comprometido, generoso y muy simpático, muy simpático, especialmente simpático. En Chile dirían bueno para el hueveo. No sé, una persona con un cierto encanto en ese tiempo, encantadora. Y como hay dos años de diferencia, él es dos años mayor que yo, en esas edades es como diferente. Yo conocía la historia personal, entonces era… Después, con los años, eso se ha hecho más relajado, pero en esos momentos esa historia pesaba, era como alguien que… que tenía una carga en su vida muy fuerte…”
Víctor comienza a hacer prácticas en un noticiero y el trabajo le encanta. Pero esa pesada carga seguía ahí. En ningún momento olvida por qué ha querido viajar a Cuba.
Víctor: “Yo compartía casa, que era de unos chilenos, uno que era un economista. Perdón, los dos eran economistas y trabajaban en el Ministerio de Economía cubano, dos chilenos. Cuando los vi, me caí de.. Me caí. Vestidos de verdolivo. Y descubro que son oficiales, ya, subtenientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba. Y que trabajan en los cuarteles con los cubanos. Pero cuando los veo, la primera vez, yo dije ‘hostia… esto es… esto es lo mío, yo estoy equivocado’. (Risas)” Y ya Nicaragua se está encendiendo, pero… Nos acercamos a Julio del 79, que triunfa la revolución Nica. Estamos hablando esto, Enero… Yo digo ‘está maravilloso lo que hago, pero en nuestra base que militábamos empezamos a interiorizar que se está presentando gente, civiles, y yo empiezo ya a buscar la forma de partir.»
Almudena: «¿Tú querías ir a hacer la revolución, no?»
Víctor: «Ya, claro, ahí se hace más tangible el hacer la revolución, o dar la vida por un ideal.”
Víctor comienza a recibir entrenamiento militar, más de cuatro meses, cerca de La Habana, y junto a su amigo Rodrigo.
Tarzán: “Todo el armamento de infantería, y nos centramos sobre todos en artillería, en morteros, en cañones… El cañón sin retroceso 75mm, los morteros 120, 82… Armas como de apoyo de infantería para, digamos, apoyar la guerra.”
Su sueño de combatir en Nicaragua, sin embargo, nunca se haría realidad. Pero habrá otras batallas para Víctor….
Mientras tanto, en Chile, la familia de Víctor sigue luchando por encontrar a su padre. Las protestas, los encadenamientos y las huelgas de hambre empiezan a hacer mella en la salud de Selenisa, cansada de buscar al marido desaparecido.
Vicky: “Como de tanta huelga, tanto… Se fue como desgastando también sus, sus huesos. Tuvo una osteoporosis muy fuerte.”
En 1980, el Partido Comunista consigue llevar a Selenisa a Moscú para examinar su salud. Y le hacen un regalo: Una invitación a la isla de Rügen, en la Alemania Oriental, a unas instalaciones de descanso, donde se reencontraría con su hijo Víctor después de cuatro años sin verse.
Almudena: “¿Y cómo viste a tu mamá?»
Víctor: «Fue muy lindo porque ocurren varias cosas. Es decir, yo estoy ya transformado, ya no soy el niño que me fui, ya… Entonces tengo algunas malas costumbres, como beber. Y ahí cambia nuestra relación de madre a hijo. Digamos, yo la obligo a ella a cambiar, a que ya no me vea… Yo le digo, ‘mira, prefiero que seamos amigos. Yo no me olvido quién eres tú, pero seamos amigos porque creo que te va a ir mejor’. Para ella, había sido como duro. Esos quince días… fue muy significativo porque ahí ella se da cuenta que su marido, el padre, ella ya está convencida de que a mi padre ya lo habían asesinado.”
Vicky: “Pero ella fue muy corajuda, muy fuerte. Pero al final ya decía para qué, ya no tenía esperanzas de que lo fuéramos a encontrar. De alguna manera ella quería que nosotros ya hiciéramos nuestras vidas, una cosa así.”
Víctor: “Eso no significa que los dejes de amar. Pero estar consciente que él dio su vida por algo que él creía, fue consecuente. Entonces pasamos a tener otra relación con mi madre, tanto que yo le digo ‘sabes qué, mi pasaporte se va a vencer. Y me van a poner una letra L.’ La dictadura chilena instauró que todos los que ellos expulsaban le ponían una L al pasaporte. Tú podías viajar por todo el mundo con tu pasaporte válido. Pero si tú volvías a Chile y el pasaporte tenía una letra L, te expulsaban. Con estos argumentos, que me ve alcohólico perdido, que yo ya he crecido, que yo quiero, lo que sea, ella me ve que tengo que estar bajo su alero. Y le digo ‘tú me sacaste, tú me devuelves”.
Víctor regresa a Chile, con su pasaporte aún válido, en Octubre de 1980, y se marcha al sur junto con un hermano de su madre. Allí retoma los estudios que dejó antes de salir de Chile, comienza a trabajar como chofer y hace la selectividad. En 1982, a los 23 años, vuelve a Santiago para estudiar teatro, dirección de actores. Y empieza a participar en pequeñas acciones de protesta hasta acabar expulsado de la facultad. Vuelve a las Juventudes Comunistas, llevando su experiencia en cine a la propaganda audiovisual, y vive en un piso con un grupo de militantes clandestinos. De nuevo, economistas.
Víctor: “Un día voy a visitar a mi madre, grandes discusiones, porque ya empezaban a aparecer… Había un grupo, un comando Manuel Rodríguez. Que era como un fantasma, Manuel Rodríguez fue un luchador por la independencia de Chile y que luego de la independencia él se enfrentó a lo que era el virreino de España que estaba ahí dirigiendo. Manuel Rodríguez utilizaba tácticas guerrilleras en aquella época, en 1810-11. Entonces, se les veía por todas partes. Eran estos tipos que eran 5 y llevaban ramas, entonces cuando veían era como si vinieran mil. Y este comando Manuel Rodríguez empieza a hacer pequeñas cosas. La quema de un camión de El Mercurio. El Mercurio es un periódico chileno de hace muchísimos años, de derecha fascista de toda su vida, lo interceptaron y lo quemaron, con todo lo… Entonces salió, empezaba a escucharse este tipo de cosas. Ya se cortaba la luz en ciertos lugares. Es decir, se ponían bombas, caía, se cortaba el alumbrado público… La atmósfera que existe hasta Agosto del 83 es que yo discutiendo con mi madre y mis hermanas, yo les critico de una parte, pero les alabo que ellas continuaran con su foto en el pecho, pero yo les digo que yo no creo en eso, que yo creo en otras cosas. Ellas me dicen ‘toda esta violencia es creada por Pinochet, Pinochet lo hace para mantener la represión’…”
Vicky: “Cuando habían algunas voladuras de torre, nosotros le diríamos, ‘mire, por qué hacen esto’. Ahora, si fue así, fue una época en la que se dio esa forma de lucha, porque el Partido fue cambiando las formas de lucha. Pero la agrupación se mantuvo con su forma de luchar, así nos sentimos siempre.”
Víctor: ”Yo pensaba quedarme el fin de semana y me devuelvo a mi segunda casa.»
Almudena: «¿Enfadado, molesto?»
Víctor: «Muy molesto, yo le digo, al final que sigan en lo de ellas, yo estoy en lo mío, yo sé lo que quiero. Ingreso, y cuando voy a entrar a mi piececita, que era muy pequeña, me impiden entrar. Me impiden y yo… ‘Oye, qué pasa’. ‘Dame un segundo, espérate’, el dueño de la casa, ‘espérate un segundo’. Y de pronto me dice “ahhh”, y abre la puerta y veo mi cama llena de relojes, cables… Y yo quedo así y entiendo inmediatamente, me largo a reír y le digo ‘mmmm, así que economista, ¿eh? (Risas) Y es ahí como ingreso en este comando Manuel Rodríguez.”
Vicky cantando: “He buscado tanto tiempo y no te puedo encontrar. He pedido, he clamado y nadie quiere escuchar. He caminado las calles, buscado en tanto lugar. He golpeado muchas puertas, pedido de mil maneras y nadie quiere escuchar.”
Almudena: “¿Tu madre sabía algo de todo esto?»
Víctor: «No.»
Almudena: «Nada, no sabía nada. Y tus hermanas tampoco.»
Víctor: «Menos.»
Almudena: «No sabían en qué estabas.»
Víctor: «No.”
Vicky: “La que sabía, después hemos sabido, fue nuestra madre. Esa ligazón, esa afinidad con nuestro hermano, esa posibilidad de tener secretos los dos, fue con ella.”
Vicky cantando: “Yo pregunto y no me canso de pensar y preguntar dónde están, qué ha sido de ellos, algún día volverán. Una casa está esperando, una mesa familiar, un latir de corazones que por siempre se preguntan algún día volverán.»
Almudena: “Para ti tu papá ya había muerto, y entonces…”
Víctor: «No, yo lo que buscaba por otros caminos, saber la verdad. Pero esos caminos eran echando abajo, derrotando a la dictadura con la única forma que ellos conocían. Yo no les criticaba, al contrario, siempre les alabé y les admiré, no sólo a ellas. Había que tener más valor que lo que nosotros hacíamos con un arma. Porque ir desarmados, con una foto de escudo, pf… Hay que ser muy valiente. Más que ir con un arma. Un arma tú sabes que puedes ganar o puedes perder, pero una foto vas… Vas porque tienes el corazón grande, porque tienes la verdad de tu lado. Entonces yo sí les admiraba eso, se los, pero…»
Almudena: «Pero tú veías que ibas a ser más eficiente con el arma que con la foto.»
Víctor: «Quizás yo no lo veía tan así, pero era eso. Es decir, lo mío era terminar. Yo no formaba parte, yo no podía poner mi mejilla, poner la otra, no. No, no, no. Y así es como ingreso a lo que luego dentro de pocos días se iría a llamar el Frente Patriótico Manuel Rodríguez.”
Vicky cantando: “Sordos, ciegos, son los mismos que mandan, gustan mandar. Yo no mando, yo no imploro, exijo por la verdad. Buscaré por cielo y tierra sin cansarme de buscar, y daré la vida entera, y daré la vida entera por saber en dónde están. Y daré la vida entera, y daré la vida entera, por saber en dónde están.»
Almudena: «Qué bonita. Bravo (aplausos)”
El Guerrillero, un podcast de Almudena Ariza y Yes We Cast.
Investigación y locución: Almudena Ariza.
Guión: Francisco Izuzquiza.
Diseño sonoro: Alberto Espinosa.
Verificación de datos: Rodolfo Ibarra.
Sintonía del podcast: David Burgos y Luciano Branca.
Identidad gráfica: Rubén Galgo.
Locuciones: Carlos Serrano.